jueves, septiembre 01, 2022

Nuestro más reciente estudio crítico en PDF

POR MARIO ROSALDO





Sin cambios significativos en su redacción, publicamos hoy en PDF el «dilatado» estudio crítico que hemos dedicado al breve, pero interesante, ensayo de Simón Marchán Fiz, La utopía estética en Marx y las vanguardias históricas, que, como hemos indicado tantas veces, pertenece al libro colectivo, El descrédito de las vanguardias artísticas , cuya coordinación a fines de los setenta corre a cargo de Victoria Combalía, porque el anuncio introductorio según el cual ahí «exponemos ... nuestras reflexiones sobre los primeros tres trabajos... » es una idea a la que no hemos renunciado del todo. Solo que no sabemos con toda seguridad cuándo podremos realizarla cabalmente. Por lo pronto, nos ha parecido importante reunir todas las 25 partes de esta crítica al primer trabajo, no sólo porque es independiente de los otros restantes, sino también porque de este modo el conjunto de fragmentos puede convertirse en un más apropiado objeto de crítica, esto es: puede ser puesto en el banco de pruebas de la realidad de manera más práctica. Con esto queremos decir que diferenciamos básicamente dos tipos de crítica, la que se somete al imperio de los presentimientos y prejuicios, rechazando la ciencia y el conocimiento objetivo, y la que acepta el reto de confrontar todo concepto, toda categoría, con la realidad del presente y de la historia. La primera descarta de un plumazo aquello que se opone a sus condiciones subjetivistas, a quienes no creen en su discurso idealista, mientras que la segunda cuestiona a fondo incluso sus propios puntos de partida.

Aunque Marchán Fiz no es un autor que se pronuncie rotundamente por la ciencia, por el conocimiento objetivo, sino que, por lo contrario, es abiertamente idealista, su escrito no deja de tener su atractivo, pues al abordar tantos temas argumentales buscando las bases de sus tesis principales, nos vemos obligados, o bien a simplemente creerle, o bien a cotejar cada tema con sus fuentes originales. Por método, nos vimos obligados a elegir la segunda opción, por eso podemos decir que Marchán Fiz en verdad nos hizo estudiar. Esta es la diferencia entre simplemente dejar a un lado un ensayo, un libro, porque no coincide con nuestros gustos, nuestras expectativas o nuestros prejuicios, porque le exigimos ser algo distinto a lo que en realidad es, y tomarlo como un reto al que hay que vencer de frente, no con evasivas, no con coartadas, ni esquemas preconcebidos. Es verdad, no todos los ensayos, ni todos los libros resultan tan inspiradores, algunos hay que evitarlos para no perder el tiempo. Pero no es recomendable proceder sistemáticamente contra todo autor que no sea del partido filosófico, científico o político que hayamos elegido, porque siempre habrá honrosas excepciones. Con esto también queremos decir que una crítica objetiva, por muy radical que sea, no está reñida de ninguna manera con la admiración al autor estudiado, pues de él también se puede aprender. Por último, vale la pena aclarar que estudiamos a Marx, no para adoctrinarnos, no para «autoenajenarnos», ni para abrazar «ismo» alguno, sino para ser consecuentes con eso que él llamó acertadamente «la crítica de todo lo existente».




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