sábado, abril 25, 2015

El descrédito de las vanguardias artísticas de Victoria Combalía y otros (Primera parte)

POR MARIO ROSALDO





Este libro, El descrédito de las vanguardias artísticas, se compone de un prólogo y seis ensayos. Omitimos comentar el prólogo y exponemos únicamente nuestras reflexiones sobre los primeros tres trabajos, que son los de Simón Marchán Fiz, Javier Rubio y Eduardo Subirats. Aunque tales ensayos fueron escritos en respuesta a la coyuntura española de los setenta, y denotan la influencia de las tendencias intelectuales de centro-izquierda de aquella época específica, no dejan de ser importantes para el estudio general del desarrollo de la crítica de arte en lengua española, o para entender mejor algunos aspectos particulares de los temas que se discuten todavía hoy, como el de si debiéramos preferir siempre una «crítica de obras» a una «crítica de libros». Los ensayos elegidos apenas tocan el tema de la arquitectura moderna, y cuando lo hacen, que es sobre todo el caso de Subirats, en vez de valorar el pensamiento de cada uno de los representantes, optan por interpretar a unos con las ideas de otros, o con simples generalizaciones. Cada uno de los textos del libro cuestionan la autoridad que la sociología y la política pueden tener en el estudio del arte y los artistas. Más que la ciencia empírica, sus autores aprecian la epistemología, el psicoanálisis y las argumentaciones fundadas en premisas aparentemente correctas. El título del libro es engañoso porque los ensayos no sostienen que exista un «descrédito de las vanguardias artísticas», sino el de los estrechos conceptos partidistas o doctrinarios con los que se las había abordado hasta entonces. Los ensayos elegidos proponen la superación de estos limitados conceptos para extraer del real contenido de las vanguardias las ideas que habrían sido pasadas por alto. Aunque la crítica es un tema central y hay importantes referencias a la poesía y la literatura, la especificación de «vanguardias artísticas», pone el acento de la discusión en la pintura, la escultura y la arquitectura del movimiento moderno. En este sentido el título hace alusión al libro de Joan Fuster, El descrédito de la realidad, pues ahí tampoco se considera desacreditada la realidad social o la realidad en cuanto proceso de vida, de experiencia, sino el mero concepto artístico de la realidad y su representación en la pintura, desde el clasicismo hasta el surrealismo. Para Fuster, a inicios de la segunda mitad del siglo XX, el pintor moderno tiene la oportunidad de representar lo real al margen de las viejas polémicas y apelando a su singular creatividad. Comencemos, pues, con el ensayo de Marchán Fiz.