miércoles, agosto 30, 2006

Proyecto y método en arquitectura (Octava parte)

POR MARIO ROSALDO
ACTUALIZACIÓN 20 DE OCTUBRE DE 2013




Así, De Fusco llega a la conclusión de que Le Corbusier resuelve la relación «arte-sociedad» a través de un punto de vista «artístico-intuitivo», es decir, a partir de una concepción estética de los problemas sociales, que es común a la vanguardia, pero que en el caso de Le Corbusier se presenta con una «fuerza expresiva» tal que a menudo sus «fórmulas» han sido «verificadas», es decir realizadas:

«La arquitectura y el urbanismo no han sido la acción regeneradora y equilibradora de la sociedad, pero el hecho mismo de haberlos considerado como tales ha contribuido a producir esquemas y propuestas que, superando las dimensiones de lo contingente, se presentan aún hoy como hipótesis válidas y posibles»[1].

Aunque De Fusco no lo dice, deja sobreentendido que el triunfo de la cultura francesa y de los ideales democráticos durante la Posguerra del 45 son también el triunfo sobre la arquitectura alemana en general, lo que explicaría parcialmente el papel secundario al que Argan relega a Gropius en los años cincuenta. Sin embargo, nosotros no aceptamos que esta pueda ser la explicación más convincente, pues la historiografía nos dice que desde antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial la influencia de Le Corbusier ya era muy importante, por lo menos entre las nuevas generaciones de arquitectos (ese era el caso de México a comienzos de los años treinta, por ejemplo). Desde luego que esto puede atribuirse por igual a la poderosa influencia cultural francesa, que en el período de entreguerras hacía las veces de contrapeso a la enorme presencia económica de Inglaterra y los Estados Unidos en todo el mundo, pero habría que explicar entonces cómo tiene lugar también la no menos poderosa influencia germana, a través de la filosofía y la ciencia, para no mencionar la literatura. Recordemos tan sólo que la visión filosófica de Friedrich Nietzsche (1844–1900) influirá poderosamente sobre las vanguardias del Movimiento Moderno y su crítica, no sólo a principios del siglo XX, sino también durante los años de la Posguerra y la Guerra Fría, y en la década de los sesenta que es cuando se gesta el movimiento que posteriormente se autodenominará como Posmoderno.