viernes, noviembre 24, 2017

Mensaje por nuestro duodécimo aniversario

POR MARIO ROSALDO




Hoy concluimos un ciclo de trabajo, y desde luego iniciamos otro, investigando y publicando partes de nuestros ensayos que versan sobre las obras teóricas, históricas y críticas de los arquitectos mexicanos o extranjeros, o sobre las obras filosóficas y científicas de los autores a los que aquéllos nos remiten en sus escritos. En lo que toca a la publicación durante este ciclo, dimos preferencia al ensayo sobre la conferencia de Acevedo con el propósito de completarlo finalmente, pero también adelantamos en nuestro estudio del escrito de Simón Marchán Fiz, La utopía estética en Marx y las vanguardias históricas. Una publicación pendiente fue Antecedentes del debate crítico contemporáneo: orígenes del irracionalismo, con la que probablemente iniciaremos en 2018, lo mismo podemos decir de Arquitectura, cultura y lucha de clases en Brasil, que deberá aparecer también el próximo año. Continuaremos publicando cada dos meses, de modo que estos dos ensayos podrían cubrir todo el nuevo ciclo. Actualmente estamos enfocados en el tema de la historia del arte y de la filosofía como materias en los años preuniversitarios, en relación con las tendencias pragmáticas que dominan en la crítica de arquitectura desde sus inicios.

miércoles, noviembre 01, 2017

Tradición y modernidad en Juchitán. Primera de dos partes

POR MARIO ROSALDO




Si creyésemos que la arquitectura, en cuanto arte, es expresión material del espíritu de los pueblos, de sus anhelos y sus creencias más profundas, o que toda construcción física —artística o no— es el producto evidente del trabajo de una comunidad entera, seguramente tendríamos la impresión de que la arquitectura tradicional de todo el Istmo oaxaqueño y, en específico, de Juchitán, existente y predominante todavía en los años cincuenta, sesenta o incluso setenta, se adecua mejor que la moderna al clima regional y a la manera natural de ser, pensar y sentir de sus pobladores en cuanto culturas autóctonas o pueblos originarios, razón por la cual el paisaje urbano en cada ciudad de esta región era bastante uniforme; esto es, no supondríamos que ha sido consecuencia de las condiciones económicas o sociales que se vivían en los años de su edificación; o, lo que es igual, no insinuaríamos siquiera que fue propiciada por una voluntad y unos intereses ajenos a los pueblos originarios. Asimismo, si partiésemos de esta asociación abstracta de ideas y experiencias podríamos argumentar que esa relativa uniformidad se alteró, sobre todo en los ochenta y noventa, con la irrupción de la modernidad promovida por los cambios políticos a nivel municipal y la realización de obras de infraestructura, uno de cuyos propósitos era remontar el rezago crónico en servicios públicos; es decir, no veríamos cómo fue el proceso histórico de incorporación de esta arquitectura tradicional a la vida del juchiteco, proceso en el que éste no tenía el control ni del mercado de los materiales de construcción, ni de los conocimientos técnicos del ramo. Por otro lado, si invirtiésemos la perspectiva descrita tomando por referencia, no los conceptos aislados de arquitectura, arte, tradición ni modernidad, sino este proceso en el que se configura el objeto arquitectónico en cuestión, y esas condiciones económicas del porfirismo que determinan las decisiones de individuo y colectividad, tampoco podríamos explicar cómo y por qué se da en Juchitán —y ciertamente en cualquier otro pueblo o nación— la apropiación de las casas, las calles y los monumentos, de la ciudad entera, a pesar de que no se tenía en esos días, como no se tiene ahora ni aquí ni allá, un absoluto control económico y político sobre ellos. El siguiente bosquejo intenta mostrar en su simplicidad que los juchitecos eligieron los tipos y partidos sencillos de sus viviendas, y de sus edificios en general, así como los materiales de construcción tradicionales, alentados más por las soluciones prácticas, heredadas de generación en generación, que por una necesidad espiritual de expresar su libre albedrío en cuanto pueblo predominantemente indígena; empujados más por la prosperidad de la sociedad porfirista que por ideales de emancipación.