viernes, noviembre 24, 2017

Mensaje por nuestro duodécimo aniversario

POR MARIO ROSALDO




Hoy concluimos un ciclo de trabajo, y desde luego iniciamos otro, investigando y publicando partes de nuestros ensayos que versan sobre las obras teóricas, históricas y críticas de los arquitectos mexicanos o extranjeros, o sobre las obras filosóficas y científicas de los autores a los que aquéllos nos remiten en sus escritos. En lo que toca a la publicación durante este ciclo, dimos preferencia al ensayo sobre la conferencia de Acevedo con el propósito de completarlo finalmente, pero también adelantamos en nuestro estudio del escrito de Simón Marchán Fiz, La utopía estética en Marx y las vanguardias históricas. Una publicación pendiente fue Antecedentes del debate crítico contemporáneo: orígenes del irracionalismo, con la que probablemente iniciaremos en 2018, lo mismo podemos decir de Arquitectura, cultura y lucha de clases en Brasil, que deberá aparecer también el próximo año. Continuaremos publicando cada dos meses, de modo que estos dos ensayos podrían cubrir todo el nuevo ciclo. Actualmente estamos enfocados en el tema de la historia del arte y de la filosofía como materias en los años preuniversitarios, en relación con las tendencias pragmáticas que dominan en la crítica de arquitectura desde sus inicios.

Cabe aclarar por cierto que no estamos ni a favor ni en contra de que, al publicar críticas de arquitectura, los arquitectos busquen un punto de apoyo en la filosofía, entendida como estética o como epistemología. Lo que rechazamos, según se puede corroborar en nuestros escritos, es que conviertan a los filósofos en simples justificantes de sus elecciones subjetivas y arbitrarias o, peor aún, en autoridades infalibles, en especial cuando estos arquitectos dicen abrazar el empirismo y oponerse a la especulación racionalista. Como ya explicamos en alguna ocasión, en nuestra investigación sobre la posibilidad de realizar un trabajo científico en el campo de la arquitectura, nosotros no partimos de la filosofía, sino de la crítica arquitectónica. No se nos tome, pues, por lo que no somos: presuntos filósofos. Debido a que nuestro método consiste en ponernos en el lugar del estudiado, nos hemos visto en la necesidad de leer y criticar directamente obras de filosofía, para averiguar si el crítico de arquitectura le hace justicia o no, si el arquitecto cuenta con un fundamento filosófico sólido o precario. Ahora bien, ¿cómo saber si este ponernos en el lugar del arquitecto estudiado, o del filósofo al que se nos remite, nos posibilita entender a uno y a otro de manera objetiva?

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