lunes, enero 01, 2024

Antecedentes del debate crítico contemporáneo: orígenes del irracionalismo 23

POR MARIO ROSALDO



2. LA DESTRUCCIÓN DE LA RAZÓN
(Continuación)


Por otro lado, Lukács cree ver una reposición del «irreductible antagonismo interno» de la teología escolástica en «la famosa separación entre la filosofía negativa y la positiva»[1], pues entiende que Schelling procede como el viejo teólogo doctrinario que separaba tajantemente el mundo en lo bueno y lo malo, lo material y lo ideal, lo objetivo y lo subjetivo o lo sensual y lo espiritual, para acabar con cualquier discusión en el seno de la Iglesia. Proceder teológico que habría sido completamente superado; es decir, que para un progresista como Lukács, no habría forma de volver atrás, de resucitar un viejo dualismo que ya no interesaría a nadie que no fuera reaccionario, esto es: que sería de interés sólo para aquél que se opusiera al desarrollo social. Lo que sucede aquí es que, mientras Schelling propone el estudio del arte, la mitología y la religión, con un nuevo criterio filosófico, que no reemplace al racionalista, sino que lo complemente, pues en su opinión son temas y áreas carentes de interés y utilidad para el científico naturalista y el filósofo empírico-racionalista, Lukács piensa por lo contrario que la propuesta schellingiana, en la primera mitad del siglo XIX, no es sino dar un paso atrás, hacia lo metafísico y lo teológico, puesto que —en la opinión general de quienes apostaban entonces al progreso positivo, esto es, al progreso irreversible e infinito— la ciencia basada en la experiencia ya no tenía un verdadero rival que se le opusiera en el terreno del conocimiento objetivo y de sus aplicaciones técnicas. Con esta presunción, Lukács presenta la siguiente cita de la Filosofía de la Revelación como prueba de lo que sería el anticuado o superado escolasticismo schellingiano. Para su mejor comprensión trascribamos directamente a Schelling, incluyendo las líneas iniciales que Lukács omite (Lukács en lugar de comenzar con saber, invierte la redacción de Schelling y comienza con «son», que escribe con mayúscula):