martes, abril 25, 2006

Proyecto y método en arquitectura (Cuarta parte)

POR MARIO ROSALDO
ACTUALIZACIÓN 13 DE JUNIO DE 2013




En su crítica, Argan compara a Gropius con Le Corbusier:

«Le Corbusier adopta la racionalidad como sistema y traza grandes planes, que deberían eliminar todo el problema. Gropius adopta la racionalidad como un método que permite localizar y resolver los problemas que la existencia continuamente plantea»[1].

Aunque Gropius creía en una clave común que posibilitara el trabajo colectivo, los maestros de la Bauhaus enseñaron siempre siguiendo sus propios métodos, por lo que resulta por lo menos difícil referirse a uno solo y, encima, aducir que éste era “racional”[2]. En relación a su método didáctico, Gropius habla de círculos concéntricos de crecimiento, el cual comienza con los seis meses del Vorlehre o curso preliminar, pasa por los distintos talleres, en un lapso de tres años aproximadamente y sin que el alumno haya dejado de participar en todas y cada una de las áreas de adiestramiento y, finalmente, llega a la especialización profesional[3]. Pero este método didáctico, este crecimiento orgánico, nunca se impone a los maestros y alumnos de la Bauhaus, ya que se basa en la convicción de que el trabajo de equipo funciona si es voluntario, si es libre. Por si esto fuera poco, el método didáctico de Gropius no está orientado a «resolver los problemas que la existencia continuamente plantea», como generaliza Argan, tiene como principal objetivo integrar al artista con la comunidad, hacer que su trabajo deje de ser aislado y platónico y que, en cambio, contribuya a recuperar la espiritualidad perdida, la dimensión humana de la existencia. Por lo demás, el propio Gropius se deslinda de la percepción de Argan: