jueves, noviembre 24, 2005

La nuit porte conseil

POR MARIO ROSALDO



1

Someter a la crítica científica nuestros conceptos o abstracciones teóricas es verificar la veracidad, legitimidad y realidad de los fundamentos sobre los que los sustentamos; es confrontar con la realidad social del presente y del pasado las connotaciones que les atribuimos.

Los conceptos mismos son abstracciones teóricas, o representaciones mentales, elaboradas por las generaciones que nos han antecedido; y lo han hecho con base a su capacidad perceptiva y analítica, pero, sobre todo, con base a su experiencia como individuos existentes en una sociedad históricamente determinada.

Los conceptos que forman parte de la conciencia social e histórica, son autónomos sólo en la medida que confundimos la realidad social con su reflejo, esto es, con su producto histórico: el concepto mismo.

En otras palabras, la pervivencia histórica de algunos conceptos se puede explicar tanto por su raigambre en una realidad social que, aunque cambiante, también es relativamente permanente, como por el alejamiento o la deformación en la percepción de esa realidad social que les ha originado.

Los conceptos abstractos o vacíos son los que no se fundamentan, ni aspiran a fundamentarse, en el sustrato de la realidad, son, en efecto, aquéllos que se derivan de una actitud acrítica respecto a su origen histórico y social.

Por eso, no hay que confundir la especulación en el vacío, la mera elucubración, con la capacidad de abstracción teórica apoyada en una investigación empírica; ambas formas de acceder al conocimiento se complementan y pueden ofrecer una aproximación científica y no-unilateral al problema.

Ahora bien, los conceptos no son abstractos ni concretos de por sí, están determinados por el uso que hace de ellos el individuo; es éste quien determina en qué sentido va a emplearlos, en qué sentido va a interpretarlos.

Si el hombre está vuelto de espaldas a la realidad social, consciente o inconscientemente, el sentido del concepto difícilmente será congruente con dicha realidad; si el hombre está abocado a la realidad social es probable, y sólo probable, que el sentido sea práctico o real, ello dependerá de su capacidad de distinguir entre realidad y reflejo, entre realidad y el concepto histórico mismo.

Claro está que a los artistas no se les puede pedir que adopten una actitud científica, crítica, en sus elaboraciones poéticas o pictóricas, pero, por lo mismo, tampoco se puede recurrir a ellas para demostrar algo.

No hay que confundir el arte con la crítica de arte; es a ésta, y no a aquél, a la que se le exige una autocrítica, una verificación de sus fundamentos teóricos, si puramente abstractos o si fincados en la realidad.


2

Entonces, si algo tiene que criticarse, no son las personas en sí, sino las ideas que ellas representan y que defienden muchas veces sin saber su origen ni sus implicaciones.

Es decir, lo criticable son los conceptos abstractos, esto es, aquellos conceptos basados más en prejuicios que en realidades, elaborados más con base a otros conceptos igualmente abstractos, que con base al estudio concienzudo de la realidad social.

Toca, pues, a cada uno de nosotros someterlos a la crítica rigurosa, ponerlos a contraluz y revelar así sus incongruencias.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Exprésate libre y responsablemente.