Esta es la traducción de un breve texto que publicamos en francés hace casi cuatro años, se refiere en particular a la situación de la enseñanza en Francia, pero sin duda su crítica central puede dirigirse también a más de un caso del contexto nacional e internacional. Lo publicamos en castellano con el objeto de compartirlo con aquéllos que estudian el tema de la enseñanza de la arquitectura.
Solamente un estudiante que no haya adquirido una actitud profundamente crítica puede aceptar sin cuestionar una educación manipulada. Cuando se lleva al estudiante del curso preliminar a experimentar los conceptos considerados fundamentales para la enseñanza de la arquitectura en realidad se le está privando de la oportunidad de descubrir por si mismo la naturaleza de las cosas, de descubrir otras preguntas y, por tanto, otras posibles respuestas. El carácter manipulador de la puesta en situación invita al estudiante a no desarrollar sus propios conceptos, a no adoptar su propio punto de vista, a no sacar sus propias conclusiones. El trabajo en condiciones concretas, ya decididas por el docente o por el plan de estudios, no deja suficiente margen para expresar un desacuerdo que afecte a la actividad o el proyecto, incluso si los profesores están dispuestos a discutir algunas ideas acerca de los ejercicios designados. Esta práctica corriente en las escuelas de arte y de arquitectura está determinada por la necesidad del Estado de favorecer la cohesión social y por la obligación de las instituciones de hacer evaluaciones parciales y finales. En pocas palabras, es una manera de asegurar los buenos resultados académicos y, al mismo tiempo, de asegurar el empleo del que enseña y evalúa.