miércoles, marzo 31, 2010

Los arquitectos y la indiferencia teórica*

POR MARIO ROSALDO



Esta es la traducción de un breve texto que publicamos en francés hace casi cuatro años, se refiere en particular a la situación de la enseñanza en Francia, pero sin duda su crítica central puede dirigirse también a más de un caso del contexto nacional e internacional. Lo publicamos en castellano con el objeto de compartirlo con aquéllos que estudian el tema de la enseñanza de la arquitectura.




Solamente un estudiante que no haya adquirido una actitud profundamente crítica puede aceptar sin cuestionar una educación manipulada. Cuando se lleva al estudiante del curso preliminar a experimentar los conceptos considerados fundamentales para la enseñanza de la arquitectura en realidad se le está privando de la oportunidad de descubrir por si mismo la naturaleza de las cosas, de descubrir otras preguntas y, por tanto, otras posibles respuestas. El carácter manipulador de la puesta en situación invita al estudiante a no desarrollar sus propios conceptos, a no adoptar su propio punto de vista, a no sacar sus propias conclusiones. El trabajo en condiciones concretas, ya decididas por el docente o por el plan de estudios, no deja suficiente margen para expresar un desacuerdo que afecte a la actividad o el proyecto, incluso si los profesores están dispuestos a discutir algunas ideas acerca de los ejercicios designados. Esta práctica corriente en las escuelas de arte y de arquitectura está determinada por la necesidad del Estado de favorecer la cohesión social y por la obligación de las instituciones de hacer evaluaciones parciales y finales. En pocas palabras, es una manera de asegurar los buenos resultados académicos y, al mismo tiempo, de asegurar el empleo del que enseña y evalúa.

Es verdad que la experiencia concreta de conceptos tales como el espacio o la proporción puede proveer al estudiante de una información elemental que le ayude a comenzar a comprender la teoría de la arquitectura, pero es verdad también que solamente la discusión libre y la crítica profunda y creativa de los problemas prácticos puede ayudar a constituir o a enriquecer la base conceptual. Es decir, el repertorio teórico del estudiante, y del profesor mismo, no se formará ni se diversificará, si se trata únicamente de sustituir a cualquier costo el método de memorización por una simple reafirmación rutinaria (empírica) de los conceptos. Igualmente, un curso preliminar que mezcle el trabajo experimental con la enseñanza conceptual no garantiza en absoluto los buenos resultados. De hecho, lo que parece un montaje muy científico, un punto de equilibrio entre el empirismo y la teoría, no ha tenido los resultados educativos esperados. Por el contrario, este curso preliminar y la enseñanza fragmentaria, han desalentado en general la investigación por parte de los estudiantes al hacer creer que basta un puñado de nociones simbólicas para dominar la teoría y la crítica de la arquitectura. En consecuencia, puede distinguirse entre las nuevas generaciones que terminan sus estudios una mayoría que todavía piensa que un curso de seis meses[1] es suficiente para comprender todos los viejos conceptos de la arquitectura y que sólo le resta encontrar su propio estilo a través del formalismo y del abandono total de la teoría.




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NOTA ACTUAL:



[1] Este curso preliminar dura de uno a tres años en algunas escuelas, pero comúnmente la idea es sólo repetir los conceptos del docente, o del plan de estudios, no se anima a los estudiantes a formular sus propios puntos de vista, a romper los esquemas preconcebidos, de ahí que los resultados sean invariablemente pobres o típicos. Por supuesto que no se trata de experimentar con los estudiantes, sino de dejarles experimentar a ellos mismos.



* Publicado originalmente en francés en el blog Des nouvelles sur la génération qui vient, el 27 de mayo del 2006.

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