martes, noviembre 24, 2020

QUINCE AÑOS DE IDEAS ARQUITECTURADAS
Una visión crítica tentativamente objetiva

POR MARIO ROSALDO


Hoy estamos llegando a los quince años de trabajo de publicación de nuestros ensayos críticos en Ideas Arquitecturadas. Han sido años de aprendizaje en todo sentido, que se traduce, no abstractamente en un vasto campo de experiencias y conocimiento, sino en unos cuantos hechos concretos, además, sólo determinados por nosotros en algunos de sus aspectos.

Como sabrán nuestros amigos y nuestros más asiduos lectores, if any, entendemos la crítica como la confrontación de nuestras propias suposiciones y certezas con la realidad que vivimos actualmente a nivel del arte, la ciencia y la filosofía, también con la que hemos vivido y documentado a través de la historia a nivel de sociedades en transformación. Esto significa que no buscamos exaltar el aspecto subjetivo de la actividad humana por encima del objetivo, sino más bien trabajar con el primero para, en la medida de lo posible, alcanzar el segundo en su más cabal concreción.

Trabajar con el aspecto subjetivo de nuestro pensamiento demanda por supuesto un punto de partida tentativamente científico. Esto significa que como críticos y estudiosos tenemos que poner a prueba cada teoría, cada hipótesis, cada principio base, que se maneje en el debate contemporáneo de la crítica de arquitectura y de la crítica en general —constituida por cierto no sólo por el material expresamente teórico, sino también por el material expresamente práctico, que no siempre aboga por disminuir únicamente los excesos teoricistas, sino que también propone por lo regular erradicar toda teorización (toda problematización) de los procesos de diseño o de proyección que se presentan al arquitecto del siglo XXI; las excepciones son aquellos que buscan, o que por lo menos dicen buscar, un punto medio entre la teoría y la práctica— y en los «casos de estudio» en particular.

Para quien intenta pasar de la subjetividad a la objetividad, el banco de pruebas no puede ser otro que el de la realidad social en la que vivimos, lo mismo como contemporaneidad que como pasado. Contra esta propuesta, hoy se proclama en la crítica en general, y en el campo educativo en específico, que «la realidad» es una totalidad ambigua, múltiple, fluida o compleja, tanto que no podemos asirla —ni verdadera ni completamente— mediante una formación y un conocimiento fragmentarios, esto es, no partiendo de puntos de vista aislados y contrarios. Pero anunciar en distintos foros la totalidad compleja de la realidad no nos lleva a ningún lado, porque, para comenzar, no necesitamos entender la idea totalizante y abstracta de la realidad (el proceder discursivo o retórico), cuando lo que nos interesa es establecer la aplicabilidad de las ideas respecto a hechos reales determinados (el proceder científico).

Es decir, se nos dice que al final todo depende del partido que se elija, si uno ortodoxo, si otro heterodoxo, si uno anclado en la ideología centrista del viejo humanismo, si otro abierto a la multiplicidad de posibilidades de una nueva realidad, de una nueva manera de concebir el mundo y la vida, si uno afiliado a las presuntamente cada vez más despersonalizadas o asépticas ciencias naturales, si otro independiente de ellas y de sus enormes limitaciones, y supuestamente más cercano a la subjetividad humana, etc. Pero hay que prestar atención al hecho comprobado por la experiencia crítica generacional —colectiva e individual— de que nuestras elecciones no se dan en blanco, libremente; que hay ya, desde el inicio de esa nuestra formación como miembros de la sociedad, uno o más partidos dominantes que intentan conducir a la vez nuestras decisiones y nuestras acciones en la dirección que más les conviene.

Claro, esto puede ser difícil de ver al inicio porque tal forcejeo partidista se presenta como un mercado de opciones en el que el «recién llegado» puede elegir a su libre arbitrio ésta o aquélla. Y porque la visión se enrarece también cuando la crítica subjetiva se rinde ante el orden de cosas establecido y opta por acomodarse a él o por cambios superficiales, únicamente al nivel del discurso: en las formas y en los significados de las palabras. La visión crítica, tentativamente objetiva, no puede dar por sentado que está en una posición de privilegio respecto a la puramente subjetiva, tiene que poner en tela de juicio no sólo los esquemas y modelos ajenos que se formulan constantemente para describir y explicar la realidad social o el mundo de la cultura, sino también —y en especial— los esquemas y modelos propios.

1 comentario:

  1. Muchas felicidades amigo por llegar a estos primeros quince años y respecto a esta crítica que realizas, me parece además de pertinente, oportuna, aquí la pregunta es; como poder participar activamente en los ámbitos de la competencia de cada profesión, como poder poner al servicio de los equipos dominantes?, no será que ahí está el fondo del problema?, a mi en lo personal me parece que cada cambio de personaje en la cúpula nos tratan de reinventar, pero sin tomarnos en cuenta. te mando un afectuoso abrazo

    ResponderBorrar

Exprésate libre y responsablemente.