domingo, diciembre 23, 2012

El psicoanálisis y la arquitectura por correo

POR MARIO ROSALDO 



Hemos querido cerrar el 2012 publicando en nuestro blog estos tres correos que enviamos a un amigo arquitecto cuando, a principios del año pasado (pronto serán dos años), intentábamos estudiar ambos la relación entre el psicoanálisis y la arquitectura. Esperemos que les resulten interesantes.




Miércoles, 26 de enero, 2011
Apreciado amigo:


Me parece que todos los que investigamos hemos comenzado intuitivamente o a tientas resolviendo aquellos problemas que llamaban nuestra particular atención. No tuve un padre filósofo ni psicólogo, que me indujera a plantearme preguntas universales o generales acerca de la vida y el mundo, así que mis primeras preguntas tenían que ver invariablemente con los objetos de nuestra cotidianidad: una viga de madera, la luz eléctrica, los colores artificiales, el olor de los materiales, la radio, la música, las revistas, los libros, etc., etc. No me preguntaba el por qué de estas cosas, sino quién las había inventado y cómo se producían. Por lo demás, mi primer problema en la infancia fue resolver cómo representar el cuerpo humano sin tener que perfilarlo con la clásica línea negra del lápiz o la pluma. Además tampoco aceptaba representarlo con la forma abstracta o simplificada de los círculos y las líneas con la que suelen dibujar algunos niños. Quería capturarlo tal cual lo veía yo. Sin saberlo, a la edad de cuatro o cinco años, seis a lo sumo, tenía frente a mí el problema de la representación de la realidad de los pintores de todos los tiempos.

Sin duda esto influye para que yo elija desde un principio el enfoque empírico para mi investigación. Pero no he rendido la plaza tan fácilmente. Estos años de trabajo de investigación he explorado las posibilidades que ofrecen tanto el enfoque racionalista como el intuicionista. Así, para evitar rechazar de entrada sus propuestas, he intentado ponerme en los zapatos de algunos de estos filósofos. Esto ha sido muy difícil de hacer, pero creo haberlo conseguido sobre todo cuando defendía sus tesis de ataques de críticos que solamente exigían que aquéllos pensaran como éstos. Después de esta exploración he vuelto, y de una manera mucho más decidida, al enfoque empírico. Y es desde este ángulo que estoy estudiando a Freud. En él veo un aparente intento de fusión de los enfoques empirista, racionalista e intuicionista. Pero todavía no estoy seguro que esto sea así. Lo que trato de averiguar es si Freud recurre al empirismo sólo como quien invoca una autoridad, un aval, o como él mismo dice en su correspondencia, un asidero real, para garantizarle su entrada en el mundo científico, o si efectivamente hay una observación directa de los objetos reales, como él asegura, pero que no he podido hallar en los casos que refiere en Psicología de las masas (todavía no termino el estudio de este libro). Lo que sí hallo es que Freud suele evocar la experiencia, más que presentarla como observación directa. Los términos de «investigación» y «descripción» suponen en Freud una observación directa del comportamiento de los individuos u objetos de estudio (los casos clínicos), pero cuando se trata de presentar las pruebas empíricas sólo vemos un juego de palabras, un juego de espejos en el que la investigación psicoanalítica nos remite a la teoría psicoanalítica misma, no a la observación directa de los hechos.

En filosofía ya hay varios intentos de aprehender la realidad como totalidad. Uno de ellos lo hizo Schelling, quien partía de la intuición intelectual. Y me parece que hay mucho de Schelling en la teoría psicoanalítica. Pero respecto al tema de la visión integral, holística o compleja, el asunto me parece queda en una mera representación de la realidad o de la pregunta acerca de esa realidad. Es decir, nadie sabe por adelantado cómo es la realidad total, ese es el problema. Representarla como compleja o simple no resuelve la pregunta más que simbólicamente, pero no en los hechos. Eso nos deja ante los dos enfoques clásicos, el racional y el empírico, los cuales no prescinden de la intuición. Como sabes, el primero tiende a resolver el problema de la realidad a través de inferencias lógicas consideradas independientes de esa realidad, o a través de inferencias lógicas desprendidas de la experiencia, y el segundo a través de los datos obtenidos de la experimentación. Pero yo no diría que la ciencia limita al enfoque racionalista (logicista o empírico-racionalista). La ciencia se limita a lo suyo. Es la exigencia del filósofo metafísico, que quiere respuestas totalizadoras, la que trata de limitar a la ciencia y a la filosofía empírico-racionalista. A mí me parece que en el fondo se trata de una lucha entre la ciencia, el empírico-racionalismo y la metafísica por el poder de la autoridad moral y política.

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Con saludos cordiales,
MR




Viernes 11 de febrero, 2011
Apreciado amigo:


Esta semana he avanzado muy poco por problemas en la vista, pero no he dejado de leer y escribir del todo. Además de estar leyendo Tres ensayos para una teoría sexual comencé a leer a la par El yo y el ello, pues al proponerme investigar más sobre el asunto de los instintos, recordé que el libro Anatomía de la destructividad humana de Erich Fromm ya había tratado el tema de los instintivistas y neoinstintivistas. Abrí el mencionado libro y la referencia principal me envió a la lectura del capítulo sobre el instinto de El origen de las especies. Esta lectura me permitió diferenciar el sentido de los conceptos del instinto de Darwin y Freud. Pero, el mismo Fromm propone otra apreciación de Freud. Reconoce de entrada que Freud nunca pudo demostrar convincentemente su base empírica. Freud, sin embargo, habría sorteado este problema, sólo que sin darse plenamente cuenta de ello, abandonando el objetivismo para abrazar cada vez más, a partir de 1923, fecha en que aparece El yo y el ello, el subjetivismo.

Esto es en resumen lo que tengo ante mí. Volveré sobre esto en una próxima comunicación.

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MR




Miércoles 16 de febrero, 2011
Apreciado amigo:


Entiendo muy bien la dificultad de ir a las fuentes y llevar al mismo tiempo una investigación. Por lo menos a mí me resulta imposible planear al principio del año un trabajo a partir de las fuentes y no a partir de mis necesidades de investigador. Todos estos años he ido siempre de mi investigación a la fuente y no a la inversa. Pero no busco en las fuentes los fragmentos para construir una verdad o una teoría, ni busco la autoridad que respalde mis creencias. Tampoco busco en las fuentes ese estado prístino u original libre de prejuicios que veían Heidegger y Gadamer. A las fuentes voy únicamente cuando surge esta necesidad en mi trabajo de investigación, para confrontar sus teorías con la realidad que dicen explicar o describir, para corroborar si efectivamente dicen algo de los objetos reales o si lo que dicen sólo son ideas ajenas a toda objetividad.

Desde Kant, por lo menos, hay una corriente criticista que sostiene que el conocimiento de la naturaleza es inaccesible, que solamente puede estudiarse la lógica, el lenguaje y la cultura, que éstos son una tierra o realidad intermedia entre el filósofo y la «realidad misma». Cuando este criticismo se volvió académico, se hizo obligatorio que nada se estudiara sin tomar en cuenta las teorías desarrolladas a lo largo de los siglos en torno de cualquiera de los temas del arte, de la historia o de la filosofía. De modo que, se ha vuelto difícil y, a veces, hasta imposible llegar a las fuentes sobre las cuales se ha construido todo este edificio académico. Entre las fuentes y nosotros se ha extendido una enorme cortina de humo que nos impide averiguar si lo que se sostiene en la crítica dominante es verdadero o falso, si las fuentes fueron congruentes con lo real o no. De ahí que, para quien está comprometido con una investigación objetiva, resulte necesario superar estas barreras formadas de innumerables capas de interpretaciones sobre interpretaciones, decires sobre decires, que no resisten una confrontación, ya no digamos contra los objetos reales supuestamente referidos, ni siquiera contra las fuentes en las que dicen apoyarse.

No basta conocer la cronología de las obras de Freud para descubrir si una teoría fue sustituida al final por otra. Es preciso el estudio de toda la obra para saberlo de cierto. Aunque ha disminuido mi trabajo de investigación sobre Freud, en parte por el desencanto sufrido, y en parte por no haberme sentido muy bien estos días, he seguido leyendo por momentos. Debo aclararte, por si no lo has notado, que no busco ni lo «bueno» ni lo «malo», porque no me guío por la moral, ni soy ecléctico en mi enfoque. Busco lo real. Me parece haberte mencionado que estudiaría los libros de Freud desde el enfoque del empirismo, y no desde el enfoque del racionalismo, ni del enfoque de la tercera vía. Es este enfoque el que ha hecho que yo resalte lo abstracto y lo no-empírico de Freud. Desde luego que no dejo de admirar la capacidad de abstracción que Freud posee. Pero la investigación empírica me exige datos concretos que Freud no ofrece. Por eso tampoco veo que Fromm los ofrezca cuando habla de dos etapas claramente diferenciadas en Freud. Estudiando el texto de El yo y el ello (1923) se puede ver que las dos supuestas etapas están tan vinculadas ahí que sólo arbitrariamente podrían separarse para beneficio del punto de vista de Fromm. Esta mañana leí parte de las Nuevas lecciones introductorias al Psicoanálisis (1933), que como el mismo Freud dice son revisiones críticas y ampliaciones de su teoría de los sueños. Ahí aparece la expresión «nuestra mitología de los instintos» que Fromm toma como argumento para suponer que Freud había abandonado ya su teoría sobre los instintos sexuales (además expresamente Freud dice que su teoría de los sueños no reduce todo a una explicación sexual). Si consideramos que Freud tomaba en serio la mitología grecorromana, como un material plenamente simbólico, sólo una interpretación meramente parcial o sesgada pudo haber hecho concluir a Fromm que, al hablar de la teoría de los instintos sexuales como una mitología, Freud renunciaba a ella. En realidad Freud estaba consciente de que su teoría tendría que seguirse desarrollando, que no podía estancarse y simplemente aplicarse como si ya estuviese demostrada y a punto. De hecho la intención de estas conferencias es llamar la atención al respecto, que la gente y los psicoanalistas estaban tomando muy a la ligera su teoría de los sueños.

En cuanto a la carta que Freud escribe a Einstein, la leí anoche. Hay que estudiar su ensayo Psicología de las masas (1921) para darse cuenta de que Freud lo tiene presente cuando redacta dicha carta. La referencia a Darwin también es evidente. Fromm explica la relación entre eros y tanatos como dialéctica, y llama a la concepción de Freud, holística. A pesar de que esto puede discutirse y hasta refutarse, admito que Fromm está más cerca de lo que dice Freud que tú, que consideras las tendencias de vida como independientes.

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Con mis cordiales saludos,

MR

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