viernes, septiembre 30, 2011

Arquitectura, cultura y lucha de clases en Brasil (Cuarta parte)

POR MARIO ROSALDO



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LA ARQUITECTURA RURAL DE LA INMIGRACIÓN ALEMANA (continuación)

El primer apartado, «Esbozo de la evolución arquitectónica rural alemana», esta dividido en dos secciones. En la primera de ellas, la menor, Weimer presenta una visión muy general de la prehistoria y la historia de las construcciones rurales centroeuropeas; en la segunda, se detiene a describir con bastante detalle el desarrollo y las características de la vivienda medieval germana, representada principalmente por el sistema bajo-sajón. Por encima de cualquier interés esteticista, que pudiera distraerlo de su tarea de investigador científico, Weimer se enfoca por completo en el aspecto técnico de esta «evolución arquitectónica»; así, cualquier discusión en torno del concepto idealista —y hasta materialista— de la arquitectura en cuanto arte, en cuanto espacio estético, queda pospuesta o cancelada[1]. En la primera sección, entonces, nos hace saber que desde «la más remota antigüedad existieron construcciones de madera en la Europa Central». Y asegura que incluso «restos originarios de la prehistoria» presentan características similares a los de aquella antigüedad temprana, como las «plantas redondas u ovales, con soportes apoyados en suelo y paredes de barro». Ya en los mismos inicios de la historia «las plantas se volvieron rectangulares y la técnica constructiva sufrió un considerable progreso cuando se consiguió resolver el problema del pudrimiento de la madera en contacto con el suelo». No obstante este progreso, se presentaron nuevos problemas como el de la pérdida de rigidez en la estructura. «La solución que se encontró, dice Weimer, fue la colocación de piezas inclinadas y encajadas en los tramos». Esta disposición a resolver los problemas constructivos que se iban presentando permitió que la técnica de la carpintería experimentara desde ese momento un tal desarrollo que de la influencia arquitectónica romana, sostiene Weimer, sólo se tomó la piedra, y no el cemento[2]. Estas evidencias arqueológicas son, desde luego, la base empírica que le hace pensar que entre la prehistoria y la historia de dicha región europea hay una misma línea evolutiva por lo menos en lo que toca a las construcciones rurales y los motivos de sus orígenes; de ahí que Weimer también piense que se trata de la convergencia en un mismo espacio geográfico de distintos desarrollos humanos los cuales terminaron por constituirse en un gran conjunto cultural múltiple y descentralizador.