domingo, enero 19, 2014

Entre cuadernos

POR MARIO ROSALDO


El siguiente texto lo escribimos el 23 de diciembre de 2012 y el 1 enero de 2013. Le hemos añadido un texto escrito hoy mismo.



Estamos leyendo nuestros cuadernos del año 2012. Inician con la segunda parte de nuestro estudio de Elementos para una autocrítica[1] de Althusser, estudio que nos llevó por supuesto a confrontar la interpretación de este filósofo con los textos de Marx, pero también a prestar mayor atención a lo que estos textos de Marx en verdad dicen. Así, pudimos comprender tanto el error racionalista de Althusser —el cual él mismo acepta, pero que supone haber corregido— como nuestro propio error seudorrealista, que ni siquiera sospechábamos; y esto es para nosotros lo más importante, pues finalmente resolvimos un par de problemas que veníamos arrastrando desde nuestros primeros asedios a la obra de Marx, sobre todo desde 1984 hasta 1988. El primero de ellos consistía en poder entender cabalmente la tesis de Marx referida al empirismo-racionalismo: «no podréis superar la filosofía sin realizarla», y el segundo era el asunto de la «falsa conciencia»[2], expresión que Marx no usa jamás, pero que puede inferirse de las primeras palabras de La ideología alemana:

«Hasta ahora, los hombres se han formado siempre ideas falsas [falsche Vorstellungen] acerca de sí mismos (...)»[3].

De Althusser sólo hemos estudiado sus Elementos de autocrítica, pero hemos sobrevolado Pour Marx y Lire le Capital, y en nuestra opinión, aunque en Elementos él dice hacer en ambos libros un estudio del desarrollo científico de la terminología de Marx, en realidad en ninguno presta atención a la diferencia que Marx establece entre conciencia [Bewusstsein] y representaciones [Vorstellungen]. En esos dos libros, Althusser habla de Vorstellungen (o Vorstellung, en singular), pero siempre en relación con su esquema de estudio, con su propia interpretación, no en relación con la teoría de Marx: acaba convirtiendo la base real de Marx en una simple premisa lógica. Por eso, a las «falsas ideas» él opone simplemente las «verdaderas ideas», a la «falsa dialéctica de la conciencia», la «verdadera», que supuestamente se da entre la conciencia y lo «otro» distinto.

En Elementos, Althusser legitima el papel del filósofo frente al científico, aquél participando en el desarrollo de la dialéctica marxista, y éste en el del materialismo histórico. Campos separados pero unidos, según asegura Althusser repitiendo la retórica dialéctica de su variedad del marxismo-leninismo. Es ésta una solución lógica o racionalista que ya no tiene nada que ver con la solución práctica de Marx, la que no sólo es el tema del texto de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, que Althusser menosprecia por haber sido escritos antes de lo que él, valiéndose de una idea de Gaston Bachelard, llama «el corte epistemológico» de Marx, sino que la encontramos también en toda la obra del Marx maduro, a quien Althusser no encuentra científico del todo, y sí perfectible por medio de la ciencia del marxismo-leninismo. A una observación como la nuestra, respondería Althusser que la solución no puede ser de otro modo, ya que la experiencia se estudia como discurso, como formas lógicas de un pensamiento. Pero veamos el sentido en que Bachelard utiliza la idea de «ruptura epistemológica», que, dicho sea de paso, nos recuerda la epojé epistemológica de Husserl, que no sólo es la desconexión del mundo natural, sino también la supresión de los prejuicios filosóficos.

En La formación del espíritu científico, Bachelard dice que

«El pensamiento empírico es claro, inmediato, cuando ha sido bien montado el aparejo de las razones. Al volver sobre un pasado de errores, se encuentra la verdad en un verdadero estado de arrepentimiento intelectual. En efecto, se conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza a la espiritualización»[4].

Aunque reconoce que no es posible hacer de golpe una simple tabla rasa de los conocimientos usuales, Bachelard también sostiene que estos viejos conocimientos, en forma de prejuicios entorpecen la adquisición de un verdadero conocimiento científico, por lo que encuentra necesario deshacerse de ellos. Respecto a esto, Bachelard hablaba de la «ruptura» [rupture] que debía haber entre la primera observación y la experimentación a fin de superar el primer obstáculo epistemológico, hablaba de «una verdadera ruptura» [une véritable rupture] —no de un avance hacia el objetivo, no de una conciliación— entre el conocimiento sensible (pragmatismo y empirismo inmediato) y el conocimiento científico[5], pero también entre la pureza y la impureza moral del filósofo y el científico: «Creemos trabajar así en favor de la moralización de la ciencia (...) »[6].

Comenzamos el estudio de Althusser hacia fines del año pasado, porque teníamos dudas de su influencia como filósofo en autores como Celso Furtado, Günter Weimer y Nelson Souza. Todos comparten con Althusser su percepción de la ideología como una superestructura determinante de la «infraestructura», así sea sólo una determinante ocasional, como es el caso de Weimer. Igualmente nos interesaba conocer mejor el pensamiento de Althusser porque comparte con Pierre Bourdieu la idea del «corte» o la «ruptura», y con ella la exigencia del rigor racionalista en el lenguaje, o en la terminología, del filósofo, planteada por Gaston Bachelard.

Cuando recién habíamos comenzado el estudio de Althusser, tropezamos con un texto de Alain Ehrenberg que concibe posible realizar esta propuesta bachelardiana a partir de una crítica al naturalismo dualista (Le cerveau «social». Chimère épistémologique et vérité sociologique). En un principio supusimos erróneamente que el subtítulo era un rechazo al enfoque racionalista, pero al leer de principio a fin el artículo de Ehrenberg comprendimos que se trataba más bien de otra interpretación equívoca del modelo de la superestructura y la base real de Marx, de la defensa de una sociología racionalista que reprocha a las neurociencias el haber separado al hombre natural del hombre social; para Ehrenberg, la base material de la superestructura es una base biológica.

Nuestro estudio del trabajo de Ehrenberg quedó pendiente. Y pendiente quedó también nuestro estudio de la obra de Gaston Bachelard, quien, en La formación del espíritu científico (1934), aboga por la unión de la experiencia y la razón; en El nuevo espíritu científico (1934), por la disolución del racionalismo y del realismo en un solo pensamiento científico; o, en El materialismo racional (1953), por un materialismo científico para la psicología y la filosofía. Decidimos concentrarnos en el estudio del libro del arquitecto gaucho Günter Weimer, que habíamos recibido. Concluimos su estudio, pero no hemos retomado la publicación de la serie de artículos que tratan de dos ensayos de Weimer y otro más de Nelson Souza.



El primer cuaderno de este año 2014 continúa con el estudio que estamos realizando del primer libro de Ideas relativas a una Fenomenología Pura y a una Filosofía Fenomenológica, que escribiera Edmund Husserl en 1913. Iniciamos el estudio a principios de agosto de 2013; vamos en la Sección Segunda, Capítulo III. La demora se debe a que hemos estado transcribiendo todo el texto, para captar completamente el sentido que él establece como la referencia contra la cual hemos de corroborar la interesante argumentación que va perfilando. Como Freud, pide Husserl que suspendamos la crítica, para que podamos asimilar lo que nos explica. En nuestra crítica, hasta ahora, hemos alternado pasajes en los que expresamente rechazamos su punto de vista con pasajes en los que dejamos de resistirnos para asir su principio base y seguir el movimiento de sus reflexiones.

Aunque el estudio a fondo de la obra de Husserl ha sido desde hace mucho una asignatura pendiente en nuestra investigación, nos hemos valido de nuestro interés por el libro La génesis y superación del funcionalismo en arquitectura (1980) de Alberto Pérez-Gómez para por fin dar comienzo a ese trabajo. La relación entre el libro de Pérez-Gómez y el pensamiento de Husserl es evidente por las referencias que aparecen ahí, pero también por el origen parcial del texto: la disertación doctoral que Pérez-Gómez elabora para la Universidad de Essex (Colchester, Inglaterra), con la asesoría de sus maestros Joseph Rykwert y Dalibor Vasely, según reconoce el mismo Pérez-Gómez en los Agradecimientos. Rykwert se ha interesado en el origen de las ideas relacionadas con el urbanismo y la arquitectura, mientras que Vasely en la fenomenología de la percepción y la representación, pero también en la hermenéutica en relación con los problemas de la representación.

Antes de que finalizara el 2013 terminamos la lectura de los dos libros de Malva Flores, que a lo largo de ese año nos acompañó en la búsqueda de información sobre el arte y los artistas mexicanos de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo pasado. Nos referimos a El ocaso de los poetas intelectuales y la «generación del desencanto» y Viaje de Vuelta. Estampas de una revista. El estudio todavía está incompleto. Lo importante primero es terminar de comprender la posición de Flores, y luego volver a discutir las ideas que nos presenta. Esperamos publicar nuestras conclusiones este 2014.




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NOTAS:


[1] Althusser, Louis; Elementos de autocrítica; Laia paperback; Distribuciones Fontamara; México, 1975.

[2] Marx, Karl y Engels, Friedrich; La Sagrada Familia; Editorial Grijalbo; México, 1958 (Décima tercera edición); En torno a la crítica de la filosofía del derecho (1844), p. 8.

[3] Marx, Karl y Engels, Friedrich; La ideología alemana; Ediciones de Cultura Popular; México, 1979; p. 11.

[4] Bachelard, Gaston; La Formation de l’esprit scientifique. Contribution à une psychanalyse de la connaissance objective; Librairie philosophique J. VRIN, 5e édition; Collection Bibliothèque des textes philosophiques; Paris, 1967. Édition électronique realisée par Jean-Marie Tremblay; p. 14. El texto citado en español corresponde a la traducción de José Babini en Bachelard, Gaston; La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo; Siglo XXI Editores, 23a. edición; México, 2000; p. 15.

[5] Ibíd.; p. 240; en el texto en español, p. 282.

[6] Ibíd.; p. 23.; en el texto en español, p. 26; traducción de José Babini.

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